Abriremos un espacio sensible donde aprender a pendular entre nuestra intimidad y la del otro, a través diferentes técnicas psicocorporales con el objetivo de cartografiar un mapa que nos ayude a ubicarnos, y nos permita recolocarnos si así lo necesitamos.
A través de la bioenergética daremos permiso al cuerpo a soltar bloqueos y activar su sensibilidad más sutil. Desde ahí exploraremos nuestros dominios hasta llegar al campo de resonancia común, un sostén grupal, desde donde viajar con tacto, respeto y ternura hacia nuestro niño interior. En este lugar cada uno encontrará su llave para posicionarse de la mejor manera hacia la soberanía del adulto que camina su propia vida.